Hoy en la Revista TYS queremos hablar sobre las desigualdades nutricionales y por qué los ricos comen más sano. Sorprendentemente, las personas con ingresos más bajos en los llamados países desarrollados comen peor comida. La obesidad es uno de los principales problemas de salud en los países desarrollados y sigue aumentando en los grupos de menores ingresos.
Cuando hablamos de desigualdad nutricional, estamos acostumbrados a que las zonas menos desarrolladas tengan déficit nutricional, pero es más raro ver artículos que detallan que los barrios pobres comen peor que los barrios o los barrios acomodados.
Alimentos
Según el desglose de nutrientes de los alimentos, los hogares gastan el 47,0% de su gasto en alimentos en productos con proteínas animales (carne, leche); el 35,3% sobre compuestos calóricos, carbohidratos y lipídicos; 15% en alimentos ricos en vitaminas y minerales (frutas) y 2,6% en proteínas vegetales.
Distribuida por producto, la dieta varía por decil de ingresos. Los hogares del Decil I gastaron 1 millón 967 mil 618 pesos en la compra de carne, que es el principal producto de consumo, en un trimestre.
Polenta con castañas: la pobre pero buena receta que conquistó a los chefs
Además de la elección de los ingredientes, la sencillez de preparación es otra característica de los platos de los pobres, y No existe Receta que lo represente mejor que la polenta con castañas.
En las zonas donde el cultivo del maíz era escaso, la castaña era mucho más común y sin duda más barata. Bastaba esperar al otoño para cosecharlas en el bosque y no había manera más fácil de conservarlas durante mucho tiempo que secarlas.
Enorme déficit energético en el transporte
Si bien las desigualdades son evidentes en todos los sectores de consumo, son más evidentes en el transporte. Según el estudio, el 10% más rico de los consumidores utilizó más de la mitad de su energía relacionada con la movilidad, y la gran mayoría se basó en combustibles fósiles. Estos causan el 75% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Los combustibles utilizados en el hogar, ya sea para cocinar, calefacción o electricidad, se distribuyen de manera mucho más uniforme: el 10% más rico consume alrededor de un tercio del total.
“Sin reducir la demanda energética” de sectores como el transporte, “ya sea a través de impuestos a los conductores frecuentes, fomentando el transporte público y restringiendo el uso del vehículo privado o tecnologías alternativas como el vehículo eléctrico, el estudio sugiere que nuestro Fossil el consumo de combustible en el transporte se disparará con el aumento de los ingresos y la riqueza”, dice Yannick Oswald, autor principal del estudio. Según el estudio, se podrían lograr ahorros en calefacción y electricidad a través de programas de inversión pública a gran escala para la renovación de viviendas.